Se presenta la publicación “Picheleir@s”

Viernes, 26 Septiembre, 2014

El Consorcio de Santiago inauguraba en el mes de julio la exposición “Picheleir@s”, un conjunto de banderolas que todavía permanecen colgadas de 30 edificios del casco histórico compostelano y que recogen la mayoría de oficios y profesiones con relevancia en la ciudad desde la Edad Media a través de sus protagonistas. Ahora se presenta el libro relativo a esta muestra, que el Consorcio edita en colaboración con Edicións Positivas. En esta publicación se detalla cada uno de estos oficios y la vida de una selección de personajes que los representan a todos ellos.  

 

El libro, editado en gallego y castellano, es obra de la también comisaria de la muestra, la compostelana Mercedes Pintos, licenciada en Historia del Arte; y las ilustraciones son de Xulio Gayoso. “Es un recorrido por las calles y la historia de Compostela a través de la vida cotidiana de los vecinos de esta ciudad que habitaron en ella a lo largo de diferentes siglos” -explica la autora-.

 

Con esta publicación y con la exposición que la precede se busca recuperar a esas generaciones de picheleiros que fueron tejiendo la red urbana. Gualteria Pintos destaca que “no pueden estar todos, por eso escogimos una pequeña muestra de mujeres y hombres que con sus humildes oficios, la mayoría desaparecidos, ayudaron a conforman Compostela. Se trata de comprender mejor como se fue tramando el tejido urbano, los cambios grandes o pequeños sucedidos en nuestro entorno”.

 

Un recorrido por los oficios desde 1200 a 1980

 

El libro hace un recorrido por una treintena de gremios y personajes representantes de oficios emblemáticos. El punto de partida de esta historia es el año 1200 y comprende hasta finales del siglo XX. La publicación arranca con el conchero Fernando Estévanez, que tenía una tienda abierta en la que hoy es la calle de los Concheiros. En un documento de 1226 aparece como encargado de subministrar a los peregrinos conchas naturales, de latón o de estaño. Por esa misma época el alberguero Pedro Miguélez hospedaba a peregrinos y visitantes y el hornero Juan Pérez tenía un taller en Porta do Camiño, donde, por aquel entonces, se situaban la mayoría de los hornos y tahonas, por ser la entrada de los peregrinos que llegaban por el Camino Francés. 

 

A finales del XIX tuvo lugar una de las primeras huelgas que se recuerda en la ciudad, la del gremio de los zapateros, que luchaban “contra el patrón y los zapatos de pacotilla de los comercios”. Buscaban defenderse del daño que les causaba ese “calzado menos duradero”, advirtiendo a los compradores que “a veces perjudica la salud por estar hecho con restos recogidos en hospitales de enfermos y muertos”.

 

La historia más reciente se sitúa en el año 1981, fecha de la muerte de la maestra Celia Rodríguez, conocida como La Manca por sufrir ese defecto a causa de una mala caída. Por su pequeña escuela, situada en un portal de la calle del Medio, pasaron generaciones de chicos, pequeños y grandes mezclados. Mujer profundamente caritativa, cuidaba también de los más pequeños mientras sus madres iban a trabajar, arropándolos en grandes  cestos envueltos en cobertores.

 

Los picheleiros

 

El oficio de picheleiro está representado por el Maestro Pedro en el año 1500. Los primeros documentos donde se recoge el oficio datan del siglo XV. Los picheleiros no solo hacían jarras (marcadas con una vieira o la cruz de Santiago para distinguirse), sino todo tipo de utensilios domésticos como platos o fuentes; y también religiosos como cruces, custodias o vinateras. Andaban por todo el país vendiendo la mercancía. Aunque los de Santiago se llevaban la fama, no todos eran oriundos de la ciudad, pues había numerosos forasteros como el Maestro Pedro, con taller en la calle Preguntoiro, donde trabajaban tres oficiales. Fue nombrado por el Ayuntamiento fiel marcador de estaño, con la obligación de denunciar el metal falso, cargo que desempeñó hasta su muerte, en 1563.

 

La publicación recoge oficios tan singulares como los cuidadores de caños, que se encargaban de reparar e mantener en buen estado los caños que conducían el agua. También están representados los carniceros, bordadoras, donantes, cambiadores de monedas, pregoneros, cereros, hostieros, cleros, notarios, doctores, coheteros, vendedores de lino, periodistas, pedreros, azabacheros, plateros, entalladores, grabadores, archiveros, gaiteros y las lecheras.